El abastecimiento, los transportes y la sanidad están prácticamente normalizados
La Comunidad de Madrid avanza hacia la normalidad una semana después de la llegada de la borrasca Filomena que desató en la región una nevada histórica cuyas consecuencias intentan solventar aún los ayuntamientos; una labor por la que muchos de ellos han pedido al Gobierno central ser declarados zona catastrófica, la misma solicitud que ha hecho la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, para el conjunto de la autonomía.
El temporal impactó el pasado viernes en la región cubriéndola de blanco y dejando imágenes insólitas desde hace décadas.
Las calles quedaron colapsadas, los coches atrapados y muchos madrileños en contra de las indicaciones de las administraciones salieron a hacer guerras de bolas, muñecos de nieve e, incluso, algunos sacaron los esquís para aprovechar las improvisadas pistas en las que se habían convertido las vías del callejero madrileño.
Las instituciones se vieron sobrepasadas por la nevada, que duró tres días y que afectó a estructuras críticas como Barajas, a edificios como ‘La Nevera’ del colegio Ramiro de Maeztu que colapsó o a las zonas verdes de la región que vieron como muchos de sus árboles no pudieron soportar el inusual peso de la nieve acumulada y cayeron.
Filomena se convirtió así en una crisis de protección civil y los resortes del Gobierno regional y de los municipios pusieron en marcha alternativas para garantizar la movilidad, restaurar el abastecimiento y hacer transitables sus calles y carreteras esto último con el apoyo de maquinaria de otras autonomías, como la andaluza, o de la Unidad Militar de Emergencia (UME). Cinco días después de que dejara de nevar, empieza a recuperarse cierta normalidad.